22.11.11

El de los cambios.

Sí, yo voy a extrañar la escuela.
Sí, estoy bastante en crisis porque todo se termina.
Sí, me da penita.
¿Quieren saber el causante?
Que me dejaré llevar♪  No.
La causa, razón, motivo o circunstancia es que en la escuela pasé el 70% de mi vida. Podría hacer un cálculo más aproximado, pero eso sólo me distraería. La cuestión es que, a diferencia del resto, no sé si me llevo una banda de amigos, o muchos recuerdos inolvidables(necesito perspectiva histórica para poder evaluar eso), que de seguro me los llevo igual, pero no me gusta admitirlo. La secundaria se lleva consigo la rutina, y con ella una de las únicas cosas buenas que, para mí, tiene la rutina: la seguridad que te brinda. Esa tranquilidad aburrida y totalmente odiosa, pero que te equilibra. Uno sabe que, desde que tiene 5 años, de lunes a viernes de 1 a 5(con horario que va incrementando a medida que crecés, hasta salir a las 7 de la noche, en invierno) vas a estar adentro de la escuela, conviviendo casi como las mismas personas que ya conocés como si fueran de tu familia(tal vez no conocés su vida, pero si sus actitudes y reacciones ante las situaciones que se pueden vivir en una escuela, y con eso nos es suficiente), y que vas a tener 2 días de descanso, y con suerte 3. Después que en invierno tenés vacaciones, las taaaaan esperadas vacaciones de invierno. Y NI HABLAR de los tres meses de verano, que primero te encantan, pero después ya no sabés que carajo hacer. Y bueno, ahora todo esto desaparece, y, voy a ser optimista y asquerosamente poética, lo único que tenemos por delante es un nuevo capitulo de esta historia que depende exclusivamente de nosotros, y eso asusta, al menos me asusta a mí. Son como muchas decisiones por tomar, todas juntas. Y sí, la gente bien sabe que apesto decidiendo.
Y nada, chau. Todavía no terminó literalmente todo eso, porque sigo teniendo trimestrales, así que me voy a estudiar DERECHO ECONÓMICO.

~NB

2 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Te entiendo bien y me acuerdo que me pasaba igual. En mi caso pasé una etapa fantástica en la secundaria y cuando terminó sentí un nudo en el estómago de la gran angustia que me provocaba asumir ese cambio enooooooooorme que se avecinaba y que era inevitable. Pero la etapa que empezó me brindó una nueva posibilidad impracticable hasta ese momento, que era empezar de cero. Para bien o para mal, cuando uno se conoce desde siempre ya se muestra de una determinada manera ante sus pares, más aún, esos otros nos miran de determinada manera, considerando todos nuestros antecedentes, y eso hace que todos tengamos determinados prejuicios sobre las espaldas que nos siguen condicionando. Cuando uno se enfrenta a un cambio radical del tipo de empezar la etapa universitaria, se nos da la oportunidad de enfrentar esa etapa reforzando las aristas de nuestra personalidad que consideramos más positivas, mostrándonos ante los demás -esa gente que conoceremos y trataremos de ahí en más- desde una perspectiva distinta, más madura, sin todos los condicionantes que arrastramos desde chicos. Se nos brinda la oportunidad fantástica de ir construyendo durante ese cambio de etapa un nuevo YO exterior que nos de más seguridad y confianza en nuestro intercambio con los otros, lo que repercutirá -sin dudas- en una renovación interior que nos vendrá muy bien.
Sé que una cosa no quita la tristeza lógica que provoca lo otro, pero no hay que olvidar que siempre un final implica un nuevo principio. Hagamos el esfuerzo para que cada inicio sea más brillante que el anterior,

Un abrazo fuerte.
=)

Mina dijo...

:') es una entrada hermosa! Me imagino acordándome de esto en un año xD seguí así! ♥