30.6.11

Presentación


Bajo la montaña gris de la tarde,
escribo mi dolor a máquina.
¿Quién asirá el tentáculo de mi gran tristeza?
¿Mi resoplido de ansia?
¿Mi dolor a cadena perpetua? 
Soy un gran romántico al revés,
—ésta es la confesión que más me duele—,
partir de la colina del odio, hasta la frontera del
aburrimiento 
y saber que nadie entrará en el país de mi tristeza, 
ni mi amigo, ni mi mujer, ni mi hijo... Acaso mi   
   [madre 
con sólo mirarme.
Esta canción desolada y asmática
no se la hubiera dicho nunca a Ud., lector, 
pero me la recito a viva voz,
cuando busco argumentos para mi suicidio.
Por eso me toca decir lo que muchos decir no 
[saben,
ese suicidio diario que apresura
nuestra arterioesclerosis, nuestra frontera 
a este país, nocherniego y boreal, 
que no es el del buen rey Passoule.
Me gustaría tentar otro camino;
pero ya es tarde,
y estamos clausurados por la desdicha
y por la democracia.


Tomado de Nicolás Olivari, Poesías 1920 - 1930. 
La amada infiel, La musa de la mala pata, El gato escaldado, 
Buenos Aires, El 8vo loco, 2006

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